1. Tengo derecho a ser tratado como un ser humano vivo, hasta el momento de mi muerte.
2. Tengo derecho a mantener una esperanza cualquiera que sea esta esperanza.
3. Tengo derecho a expresar a mi manera mis sufrimientos y mis emociones por lo que respecta al acercamiento de mi muerte.
4. Tengo derecho a obtener la atención de médicos, enfermeras, incluso si los objetivos de curación deben ser cambiados por los de confort.
5. Tengo derecho a no morir solo.
6. Tengo derecho a ser liberado del dolor.
7. Tengo derecho a obtener una respuesta honesta, cualquiera que sea mi pregunta.
8. Tengo derecho a no ser engañado.
9. Tengo derecho a recibir ayuda de mi familia en la aceptación de mi muerte.
10. Tengo derecho a morir en paz y dignidad.
11. Tengo derecho a conservar mi individualidad y a no ser juzgado por mis decisiones, que pueden ser contrarias a las de otros.
12. Tengo derecho a ser cuidado por personas sensibles y competentes que van a intentar comprender mis necesidades y que serán capaces de encontrar algunas satisfacciones ayudándome a enfrentarme con la muerte.
13. Tengo derecho a que mi cuerpo sea respetado después de mi muerte.
La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente.
François Mauriac (1905-1970)
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