BIENVENID@S

Nuestros pacientes no nos eligen, acuden a nosotros por un acontecimiento traumático que ha originado lesiones que demandan nuestra asistencia. Nosotros sí hemos elegido tratarlos, ya que podríamos haber elegido otro trabajo y no lo hicimos. Aceptamos la responsabilidad de la atención del paciente en algunas de las peores circunstancias: cuando los pacientes están en una situación de estrés y ansiedad máxima, cuando estamos cansados o con frío, cuando llueve y está oscuro, y a menudo cuando las circunstancias son imprevisibles. Debemos aceptar esta posibilidad o rechazarla. Debemos prestar a nuestros pacientes la mejor asistencia que podamos, pero no con un material no revisado, con un equipamiento incompleto, con conocimiento anticuado y con indiferencia. No podemos conocer los avances médicos recientes ni podemos estar preparados para atender a nuestros pacientes sin estudiar y aprender cada día. Al final de cada asistencia debemos sentir que el paciente ha recibido lo mejor de nosotros.



domingo, 5 de febrero de 2012

Derechos del enfermo en situación terminal

1. Tengo derecho a ser tratado como un ser humano vivo, hasta el momento de mi muerte.
2. Tengo derecho a mantener una esperanza cualquiera que sea esta esperanza.
3. Tengo derecho a expresar a mi manera mis sufrimientos y mis emociones por lo que respecta al acercamiento de mi muerte.
4. Tengo derecho a obtener la atención de médicos, enfermeras, incluso si los objetivos de curación deben ser cambiados por los de confort.
5. Tengo derecho a no morir solo.
6. Tengo derecho a ser liberado del dolor.
7. Tengo derecho a obtener una respuesta honesta, cualquiera que sea mi pregunta.
8. Tengo derecho a no ser engañado.
9. Tengo derecho a recibir ayuda de mi familia en la aceptación de mi muerte.
10. Tengo derecho a morir en paz y dignidad.
11. Tengo derecho a conservar mi individualidad y a no ser juzgado por mis decisiones, que pueden ser contrarias a las de otros.
12. Tengo derecho a ser cuidado por personas sensibles y competentes que van a intentar comprender mis necesidades y que serán capaces de encontrar algunas satisfacciones ayudándome a enfrentarme con la muerte.
13. Tengo derecho a que mi cuerpo sea respetado después de mi muerte.

La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente. 
François Mauriac (1905-1970)

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